domingo, 13 de junio de 2010

DOSSIER 6. EL MALESTAR DE LA CULTURA de Freud

Textos fuentes

1. (El amor, fundamento de la cultura)

El hecho de que el hombre descubra que el amor sexual (genital) le otorgaba experiencia de satisfacción más intensa y que, de hecho, proporcionaba el máximo de felicidad, le podía haber sugerido la idea de que había de continuar buscando, en el terreno de las relaciones sexuales, la felicidad que podía darle la vida y que había de hacer del erotismo genital el punto central de su existéncia. Haciéndolo de esta manera, se ponía en peligrosaa dependéncia del mundo exterior, es decir, del objeto amoroso elegido, y que, así se exponía a los más intensos sufrimientos en caso de ser rechazado por aquel objeto.

2. (Otras clases de amor)

El amor totalmente sensual y el amor objetivo inhibido se extienden más allá de la família y se establecen nuevos vínculos con gente que hasta entonces eran extrañas. El amor genital originaba nuevas formaciones familiares, mientras que el objetivo inhibido trae la amistad, que es mucho más importante desde un punto de vista cultura, proque evita muchas de las limitaciones del amor genital, como, por ejemplo, su exclusividad.

3 (Límites de la vida sexual)

La tendencia por parte de la cultura, a restringir la vida sexual no es menos manifiesta que la otra tendencia, que también tiene, a extender la unidad cultura. En este aspecto la cultura se comporta respecto a la sexualidad como un pueblo o como lo hace una clase social que ha de extraer de la sexualidad. El miedo a una revolución de los elementos reprimidos la induce a adoptar rigurosas medidas de precaución. Un punto culminante de este proceso es representado por nuestra cultura occidental. Una comunidad cultural tiene todo el derecho, desde un punto de vista psicológico, de condenar, desde el inicio, manifiestaciones de la vida sexual infantil, porque no había manera de contener los deseos sexuales de los adultos si no se hubierse preparado el terreno durante la infancia.

4 (La antítesis entre cultura y sociedad)

Nos podemos imaginar perfectamente bien una comunidad cultural constituída por parejas de este tipo, las cuales, satisfechas libidinosamente en sí mismas, están unidas las unas con las otras con los vínculos del trabajo en común y el interés común. Si las cosas fuesen así, la cultura no habría extraído ninguna energía a la sexualidad. Pero este estado de cosas deseable no existe, y nunca ha existido. La realidad nos muestra que la cultura no se satisface con vínculos que hasta ahora le hemos otorgado. Pretende también unir libidinosamente, los unos con los otros, los miembros de una comunidad y, para conseguirlo, recurre a cualquier medio de que dispone. Favorece cualquier camino que procure una intensa identificación entre los miembros de una comunidad, y convoca tanta libido inhibida como puede para reforzar los vínculos comunitarios mediante relaciones de amistad. Para llevar a la práctica estos objetivos, ers inevitable limitar la vida sexual.

5 (La agresividad humana)

A la cultura le interesan todos los esfuerzos posibles para poner límites a los instintos agresivois del hombre y mantener controlada sus manifestaciones mediante formaciones reactivas psíquicas. De aquí el uso de métodos que se proponen estimular a la gente para identificarse con las relaciones amorosas de objetivos inhibidos. A pesar de todos los esfuerzos, estas intenciones de la cultura poca cosa han conseguido hasta ahora. La cultura tiene la esperanza de impedir ella sola los excesos más brutales de violencia reservándose el derecho a usar la violencia contra los criminales.

6 (La renuncia a la agresividad)

Si la cultura impone sacrificios tan importantes no solamente a la sexualidad, sino también a la agresividad humana, comprenderemos mejor porqué a el hombre le es difícil encontrar la felicidad en la cultura. De hecho el hombre primitivo lo tenía mejor, prque desconocía cualquier restricción al instinto. En cambio, las perspectivas de poder disfrutar mucho tiempo de esta felicidad son muy escasas. El hombre civilizado ha cambiado una parte de sus posibilidades de felicidades por la seguridad. No hemos de olvidar, sin embargo, que en la familia primitiva solo el jefe disfrutaba de aquella libertad de instintos: los otros vivían en una represión esclavizante. En este período primitivo de la cultura, el contraste entre una minoría que gozaba de las ventajas de la cultura y una mayoría que estaba privada de ellas llegaba a un grado extremo.

7 (Eros y thánatos)

Adopto el punto de vista de que la tendencia a la agresión es una disposición instintiva innata y autóctona del hombre, y vuelvo a afirmar que es el obstáculo más importante para la cultura. La cultura es un proceso especial que ha emprendido la humanidad al servicio de Eros que no pretende otra cosa que reunir en una gran unidad a los individuos aislados, las familias, los pueblos y las naciones. La cultura representa la lucha entre Eros y Thánatos, entre la pulsión de la vida y la destrucción, tal como se lleva a término en la especie humana. La vida no es en esencia más que esta lucha.

8 (La interiorización de la agresividad)

¿Por qué se vuelve inofensiva el deseo del individuo de agresividad? Su agresividad se interioriza, se remite al mismo lugar de donde había salido, es decir, se orienta contra el propio yo. Una parte del yo la enfrenta a la parte restante del superyo, la cual, en forma de conciencia moral, se dispone a ejercer sobre el yo la misma severa agresividad que había de satisfacer en otros individuos. La tensión entre el superyo severo y el yo que le está sometido lo llamamos sentimiento de culpabilidad: se manifiesta como una necesidad de castigo.

9 (Los instintos y el sentimiento de culpabilidad)

Originariamente, la renuncia a los instintos era resultado del miedo a la autoridad externa: se renunciaba a la propia satisfacción por no perder su aceptación. Si hemos llevado a término esta renuncia estamos en paz con la autoridad, y no nos queda ningún sentimiento de culpabilidad. Pero en cuanto al miedo al superyo, el caso es diferente: aunque se renuncie a los instintos hay un sentimiento de culpabilidad, y esto supone un gran inconveniente económico de la instauración del superyo o, también podemos decir, del origen de la conciencia moral. La renuncia a los instintos ya no tiene un efecto plenamente liberador: la virtud ya no es premiada con la seguridad de no perder la aceptación. Se ha cambiado una amenazadora desgracia externa -la pérdida del amor y el castigo por parte de la autoridad externa- por una desgracia interna, por la tensión del sentimiento de culpabilidad.

10 (El precio del progreso es la pérdida de la felicidad)

El sentimiento de culpabilidad es el problema más importante de la evolución de la cultura, y el precio que pagamos por el progreso cultural es la pérdida de la felicidad a causa del aumento del sentimiento de culpabilidad. Muchas veces este no es advertido como tal, y queda en buena parte inconsciente o se manifiesta por una insatisfacción, para la cual la gente busca otras motivaciones. Las religiones nunca han menospreciado el papel que el sentimiento de culpabilidad representa para la cultura. Incluso pretenden liberar a la humanidad de este sentimiento de culpabilidad.

11 (Resumen de vocabulario)

El superyo es una instancia psíquica que vigila las acciones y las intenciones del yo y las juzga, actuando como una censura. El sentimiento de culpabilidad es por eso el mismo que la severidad de la conciencia. El sentimiento de culpabilidad es la expresión inmediata del miedo ante la autoridad externa, un reconocimiento de la tensión entre el yo y esta autoridad. Es el producto directo del conflicto entre la necesidad de la aceptación de la autoridad y del impulso contra la satisfacción del instinto, la inhibición de la cual produce la tendencia a la agresión.

El remordimiento es un término general que designa la reacción del yo en un caso de sentimiento de culpabilidad.

12 (De la frustración sexual a la culpabilidad)

Cuando un impulso instintivo es reprimido, sus elementos libidinosos, se transforman en síntomas y sus componentes agresivos en sentimiento de culpabilidad.

13 (Procesos cultural y proceso individual)

En el proceso de desarrollo del individuo, se mantiene como objetivo principal el programa del principio del placer, que consiste en procurarse la satisfacción de la felicidad. La integración dentro de una comunidad parece una condición casi inevitable que se ha de cumplir para conseguir este objetivo de felicidad. Pero en el proceso de la cultura las cosas son diferentes. Aquí el objetivo más importante consiste en formar una unidad a partir de los individuos humanos. Es verdad que el objetivo de la felicidad aún se mantiene, perose desplaza a segundo término. Casi parece como si la creación de una gran comunidad humana se puede conseguir mejor si no tuviera en cuenta la felicidad del individuo.

14 (Consideraciones finales)

La cuestión decisiva para la especie humana me parece que es si, y hasta qué punto, su desarrollo cultural conseguirá dominar el tratorno de la vida en común provocado por los intintos humanos de agresión y de autodestrucción. Los hombres han llegado a un dominio tan acaparador de las fuerzas de la naturaleza que pueden llegar a extenuar su propia fuerza. Esto lo saben, y por ello ve una gran parte de su habitual malestar, de su infelicidad y de su angustia. Pero ahora hay que esperar que la otra de las dos potencias celestiales, el Eros, haga un esfuerzo para imponerse en su lucha con su adversario, también inmortal.

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