lunes, 12 de julio de 2010

DISTINTAS CONCEPCIONES DE LA PSICOLOGÍA COMO CIENCIA. LA AMENAZA DEL ESCEPTICISMO PARA LA CIENTIFICIDAD DE LA PSICOLOGÍA

1. Métodos psicológicos.

× Introspección (método subjetio, autoobservación); extrospección (método objetivo, heterobservación). Para la introspección el hecho físico sería el hecho de conciencia vivida por el sujeto; para la extrospección, serían hechos observables del comportamiento externo.

× ¿Son independientes?

(1) El único acceso directo al hecho psíquico es la introspección. La extrospección tiene su fundamento en la introspecicón.

- Dificultades: la introspección puede modificar el hecho primitivo. La escuela de Würburgo ha sustituido la introspección por retrospección -a través de recuerdos primerios. Pero esto no se exonera de la crítica. Toda introspección está dominada por una ideología o teoría, no es un modo de acceso neutral.

- La introspección dice que sólo se atiende al verdadero carácter del acto psicológico desde aquí y no con estímulos-respuesta. Y además de estados transitivos expresados (James) hay estados sustantivos como representaciones, recuerdos, deseos (Gestalt).

(2) Otra respuesta: son independientes. La interpretación de los hechos no consiste en la reconstrucción del estado de conciencia sino en la reconstrucción de un grupo de hechos objetivos a partir de alguno de sus elementos. El método objetivo, sino capta la intimidad del hecho lo capta en su función (métodos comparativos). De hecho existe una psicología animal (con procedimientos de laboratorio).

(3) Otra respueta: el método objetivo es el más general. La introspección, al estar sujeta al lenguaje, sería una forma de método objetivo.

2. Corrientes psicológicas.

* W. Wundt

Fundador de la psicología -y su atención a las sensaciones visuales y la conciencia. Método analítico: análisis de elementos de los procesos conscientes, los modos de conexión y las leyes que lo rigen. Puntos débiles (atomismo psicológico e introspección informativa).

2.1. ATOMISTAS

* Reflexiología

Método objetivo contra antropomorfismo de la introspección. Desarrolla la doctrina de los reflejos condicionados. Paulov es continuador por Bechterev, y actualmente Leontiev, Templov y Curia.

* Behaviorismo

Criterio de objetividad son las reacciones senso-motrices. Fundado por J. B. Watson. El pensamiento son músculos cuyo movimiento interno es el pensamiento. COn la aplicación de la finalidad aparece el neobehaviorismo flexibilizando con variables intermedias el esquema Estímulo y respuesta. Hull (aplicar la lógica matemática), Thorndike (aprendizaje animal), Skinner (a la didáctica humana).

2.2. HOLISTAS

* Funcionalismo

Cuál es la función biológica o psicológica, no el por qué o el cómo. Pretende la unificación, la organización y el significado de la actividad de un individuo. Parte en Europa con el estudio de la intencionalidad de F. Brentano. La distinción entre funciones esencialmente dinámicas y contenidos estructurales ha permitido escapar del fisiologismo y considerar el psiquismo como algo dinámico. El funcionalismo americano está influido por el evolucionismo darwiniano: W. James (la conciencia es una corriente única y necesaria, es personal e irrepetible, es selectiva, la función en que todo hecho psicológico deriva es una necesidad biológica, teoría periférica de las emociones -la emoción es la modificación orgánica), Dewey y la escuela de Chicago (estudio de la conciencia).

* Gestaltismo, surge del introspeccionismo de Külpe: estudiar el psiquismo de acuerdo con una actividad fenomenológica. Influiso por la fenomenología de Husserl, el psiquismo en tanto que función integrada -Gestalt-faktor, totalidad es más que la suma de las partes.

El planteamiento totalista parte de Wertheimer, Koehler y Koffka. La forma de todos los fenómenos psíquicos no es la suma de los estímulos ni el resultado de una asociación sino anterior a estas. Ley de isormorfía, identidad de las leyes que organizan los objetos en el campo físico con las que estructuran el campo perceptivo. Los campos de excitaciones cerebrales se corresponden con los contenidos de conciencia que experimentan. Lewis y Ash aplicaron la teoría del campo a los estudio sociales.

2.3. PSICOLOGIA GENÉTICA

Por Gessel en USA y J. Piaget en Ginebra. Piaget intenta observar las leyes de progresión de aprendizaje de un niño. El examente clínico descubre el significado real de las actividades familiares. (Penamiento concreto y pensamiento formal).

2.4. PSICOANÁLISIS.

Originalmente como método terapéutico, pasa a ser una psicología de personalidad total y hasta una interpretación antropológico y cultural. Se basa en la liberación de conflictos profundos en el plano inconsciente y su integración en el consciente. Principios:

(1) Organización de la personalidad (yo, ello, super-yo / Principio de placer, realidad y personalidad).

(2) Dinámica de la personalidad (instinto, líbido como manifestación de energía psíquica, mecanismo de represión).

(3) Desarrollo de la personalidad.

El psicoanálisis trasciende a un campo ideológico en la interpretación de valores como religión, arte, ciencia.

Después de Freud, Adler y Jung siguen influyendo sobre todo en antropología e historia. En el campo del marxismo E. Fromm.

La tendencia actual es estrechar fronteras entre las escuelas en Mowrer, Tolman, Allport: se exige sobre todo rigor cientifico y demostración.

3. La amenaza del escepticismo para la psicología como ciencia. (En Carlos Moya Escepticismo y contenido mental, Mirar con cuidado: Filosofía y escepticismo, Pretextos, Valencia 1994, 179-201).

(179) El trabajo se ocupa del escepticismo acerca del mundo externo y su conocimiento. Se intenta mostrar que el internalismo acerca del contenido mental, es decir, la independencia constitutiva entre el contenido y los estados mentales y el mundo externo, es una premisa crucial en la argumentación escéptica. De este modo la concepción opuesta del contenido mental, el externalismo, de ser correcta podría cercenar un pilar central en la argumentación escéptica.

[1. escepticismo e internalismo]

En una u otra forma, los argumentos escépticos defienden la posibilidad conceptual de un situación en la cual entornos objetivos completamente distintos puedan causar conjuntos recíprocamente indistinguibles de estados mentales. Recientemente se tiende a conocer esta concepción del contenido mental con el nombre de internalismo.

(180) El argumento del sueño trata de probar la posibilidad de una independencia general entre nuestra representación de situaciones, acontecimientos y objetos y la realidad de los mismos. Es posible que, cuando creemos que p, p sea realmente el caso, pero si p y la creencia de que p pueden variar de forma recíprocamente independiente, esto es algo que no podemos certificar. (181) La inexistencia de criterios concluyentes de distinción entre el sueño y la vigilia no nos permite saber, en un momento dado, si las cosas son como las creemos. Ahora bien, si las ideas más simples que componen el contenido de nuestras creencias representan y están causadas por propiedades reales de las cosas, el argumentos del sueño es compatible con cierto grado de dependencia epistemológica de nuestro pensamiento respecto al mundo y, así, con cierto nivel de acuerdo entre ambos. Nuestro contraataque anti-escéptico frente al argumento del sueño explota epistemológicamente un resquicio de dependencia de nuestras ideas respecto de la realidad, a saber, la admisión de que algunas de nuestras ideas más simples representan y están causadas por propiedades reales de las cosas. [L. Bonjour define así el externalismo epistemológico: "Una teoría de la justificación es externalista si acepta que al menos algunos de los factores de justificación (de las creencias de una persona) no necesitan ser (cognitivamente) accesibles a esa persona. en Externalism/intenalism, en J. Dancy y E. Sosa (eds.), A companion to epistemology, Blackwell, Oxford 1992, p. 132. Cfr también D. M. Amstrong, Belief, truth and knowledge, Cambridge University Press, Cambridge 1973, cap. 11]. (182) El propio Descartes, empeñado en el proceso de la duda hiperbólica, se da perfecta cuenta de la necesidad de esta explicación alternativa a fin de mostrar la posibilidad conceptual de una independencia epistemológica completa de nuestros contenidos mentales respecto al mundo externo. Nuestros contenidos mentales, incluidas nuestras ideas más simples, han de poder ser como son y variar como lo hacen aun cuando el mundo externo sea completamente distinto de como creemos que es e, incluso, aunque no exista. La función de este genio en la argumentación escéptica no es otra que asegurar la posibilidad de una independencia epistemológica completa entre nuestros contenidos mentales y los objetos, propiedades y situaciones externas. (183) La conclusión es que no podemos saber cómo son realmente las cosas y que, aun cuando no seamos mentes cartesianas o cerebros en cubetas, nuestras creencias sobre el mundo no sólo carecen de justificación, sino que podrían ser sistemáticamente falsas. Si el contenido intencional es constitutivamente independiente del entorno objetivo, el significado ha de serlo también. El internalismo dista mucho de ser una tesis obvia o evidentemente verdadera. En los experimentos mentales escépticos se nos pide que aceptemos, sobre bases intuitivas, que nuestra vida mental sería exactamente como es ahora tanto si somos cerebros en una cubeta como si no. Esas bases intuitivas, sin embargo, no son inocentes ni pre-filosóficas, sino que requieren y suponen un compromiso previo con el internalismo [Cf. A. Bilgrami, Belief and meaning, Blackwell, Oxford 1992, pp. 214-216]. Entre las diversas estrategias anti-escépticas que podrían ser o han sido efectivamente desarrolladas, la defensa del externalismo con respecto al contenido intencional y semántico (en adelante, simplemente externalismo) representa una de las más recientes y, al mismo tiempo, más prometedoras.

[2. El externalismo. Putnam y la tierra gemela]

(184) Podemos caracterizar el externalismo, en términos generales, como la doctrina según la cual (en palabras de Bilgrami) "los contenidos de las creencias de un agente no son independientes del mundo externo al agente en cuestión". El externalismo, continua diciendo Bilgrami, "constituye un rechazo de la concepción según la cual la intencionalidad puede caracterizarse plenamente con independencia del mundo externo, o por expresarlo en los términos de la primera meditación cartesiana, niega la idea de que los contenidos intencionales de un agente serían exactamente los que son aun cuando resultara que no hay un mundo externo" [p. 2]. [Putnam, The meaning of meaning] (185) Si estas consecuencias son correctas, la premisa internalista según la cual entornos distintos pueden causar conjuntos de estados mentales absolutamente indistinguibles tanto en su cualidad como en su carácter intencional es falsa. La diferencia entre los estados mentales de oscar1 y oscar2 se debe exclusivamente a la diferencia entre los entornos objetivos de ambos sujetos, pues el ejemplo de Putnam está construido de tal modo que no tiene por qué haber ninguna otra diferencia entre ellos.

(186) El escéptico podría contraatacar diciendo, en primer lugar, que el experimento de Putnam descansa sobre un concepto de creencia artificioso, construido expresamente para favorecer el externalismo. Sólo si se parte de que el entorno objetivo es constitutivo del contenido intencional de una creencia se puede llegar a la conclusión de que oscar1 y oscar2 creen cosas distintas. Lo que Putnam pretende sacar a la luz a través del experimento son los compromisos implícitos en nuestro concepto cotidiano de creencia, cualesquiera que estos sean. El escéptico es consciente de que su posición no coincide con la actitud natural del ser humano, fuertemente anti-escéptica. Pero esta actitud, al igual que el aspecto externalista del concepto de creencia, estrechamente relacionado con ella, puede ser resultado de la desidia que, en palabras de Descartes, "me arrastra insensiblemente hacia mi manera ordinaria de vivir", desidia que nos aparta instintivamente de la duda escéptica y que, por lo mismo, nos lleva a considerar el mundo externo como constitutivo del contenido de nuestras creencias. ( 187) Así pues el externalismo es correcto, no sólo nuestro sujetos podrían tener creencias sistemáticamente falsas sobre el mundo externo, sino que ni siquiera serían capaces de saber exactamente qué es lo que creen (pues cada uno de ellos piensa que cree lo mismo que el otro cuando no es así). (188) En contra del contraataque escéptico el externalismo tiene las objeciones siguientes. En primer lugar, no impide que un sujeto pueda tener creencias sistemáticamente falsas sobre el mundo, de tal modo que, además, le sea imposible descubrir que las tiene. No supone, pues, ninguna ventaja frente al escepticismo sobre el mundo externo. En segundo lugar, conlleva la negación de la autoridad cognoscitiva del sujeto sobre sus propios estados mentales, ya que individua estos en términos de objetos externos cuya naturaleza real puede ser desconocida para el sujeto. Con ello se extiende el terreno sometido a la duda escéptica, incluyendo en él, no sólo el mundo externo, sino también el mundo interior. En tercer lugar, los estados mentales, individuados en términos externalistas, resultan ociosos desde el punto de vista explicativo. Oscar1 y oscar2, siendo internamente indénticos, actúan también del mismo modo en lo que se refiere a los que ambos llaman agua, siendo irrelevante que la sustancia así llamada sea distinta en uno y otro caso. La individuación internalista de los estados mentales, que atribuye las mismas creencias a ambos sujetos, da cuenta de la similitud de su conducta, mientras que la individuación externalista hace de esta similitud un completo misterio.

[3. externalismo y escepticismo]

(189) A nuestro parecer, el caso de los gemelos es esencialmente del mismo tipo que los dos ejemplos anteriores. La imposibilidad en que se halla nuestro sujeto (digamos oscar2) de descubrir la falsedad de las creencias no es una imposibilidad metafísica o necesaria sino sólo contingente.

[4. El externalismo y la autoridad de la primera persona]

La segunda objeción contra el externalismo era que éste se veía obligado a negar la especial autoridad que un sujeto tiene sobre los contenidos de su propia mente, en la medida en que hacía depender estos del entorno objetivo, sobre cuya naturaleza el suejeto no tiene autoridad especia alguna. (190) Es justo reconocer sin embargo que otros partidarios del externalismo han reconocido la independencia entre ambas cuestiones, señalando que el externalismo es compatible con la autoridad de la primera persona [First person authority, en "Dialectica" 28 (1984), 101-111, y El conocimiento de la propia mente, en Paidós 119-152. También T. Burge, Individualism and self-konwledge, en "Journal of Philosophy" 85 (1988), 649-663, y la crítica al libro de C. McGinn de C. Wright, Wittgenstein on meaning, en "Mind" 98 (1989), 289-305]. Por nuestra parte quisiéramos sostener una tesis más fuerte, a saber, que el externalismo no es sólo compatible con la autoridad de la primera persona sino que puede dar cuenta positivamente de ella, e incluso hacerlo de forma más plausible que el internalismo [a partir de dos ponencia no publicadas Mind and the first person e Intentional attitudes: first person and third person, presentadas al primer congreso de filosofía analítica (Aix-en-provence 1993) y III simposio internacional de ciencia cognitiva, Donostia 1993]. Cuando el internalismo acusa al externalismo de destruir la autoridad de la primera persona lo hace desde el supuesto, implícito o explícito, de que solo es posible dar cuente de dicha autoridad sobre la base de un acceso privilegiado a los propios contenidos mentales que en último término ha de tener carácter introspectivo. Así como la introspección no puede practicarse por definición sobre objetos externos hacer de estos un aspecto constitutivo del contenido mental imposibilita la introspección y con ello la autoridad de la primera persona.

(191) Mientras que nosotros empleamos la conducta del sujeto como evidencia de lo que desea, el sujeto mismo no emplea su propia conducta como evidencia de lo que desea. En realidad, no podría hacerlo. SI el sujeto observase su propia conducta a fin de descubrir lo que desea, esto supondría precisamente que no hay nada que descubrir. Al hacerlo así, el sujeto crea la evidencia conductual en que nosotros nos basamos para descubrir lo que desea, pero él mismo no utiliza esa conducta como evidencia de lo que desea. (192) Si el internalista insiste en que no comprende cómo el sujeto puede saber lo que desea si no es a través de la introspección, tendremos que responderle de este modo: el sujeto no puede saber lo que desea por introspección, porque, si comienza a practicarla el fenómeno que trata de captar, se deseo hacia el objeto, queda con ello destruido. Lo único que pretendíamos era poner de manifiesto, mediante un ejemplo restringido al deseo, pero representativo de muchos otros cosas, que el externalismo, el supuesto de que el objeto externo es constitutivo del contenido mental, no sólo es compatible con la autoridad de la primera persona sobre sus propios contenido mentales, sino que puede ofrecer una explicación plausible de la misma. Más aún: si los supuestos de esta explicación son correctos, es más bien el internalismo el que tiene problemas para dar cuenta de la autoridad de la primera persona.

[5. Contenido mental y relevancia causal]

La tercera objeción a la que el externalismo debe hacer frente puede resumirse así: oscar1 y oscar 2 han de tener las mismas creencias, puesto que actúan del mismo modo en relación con lo que ambos llaman agua. Puesto que el externalismo les atribuye creencias distintas, el externalismo debe ser erróneo o, en cualquier caso, esas creencias carecen de realidad psicológica y de relevancia causal. Las creencias, o al menos, las creencias psicológicamente reales y explicativamente relevantes, son pues constitutivamente independientes de su entorno. El externalismo, al atribuir a ambos sujetos creencias distintas, hace de la similitud de su conducta un misterio. EN cambio, el internalismo, puesto que les atribuye las mismas creencias, da cuenta perfectamente de dicha similitud.

(193) La objeción tiene como punto de partida la función causal y explicativa de las creencias con respecto a la conducta del sujeto. La objeción insiste en separar esta función de las creencias de su función como portadoras de verdad o falsedad, como representaciones de cómo son las cosas. Las propiedades causales de las creencias tienden a aislarse de sus propiedades semánticas. La radicalización de esta separación ha llevado a algunos filósofos [Stich, From Folk Psychology to cognitive science , MIT, Cambridge mass 1983], a la tesis de que el concepto ordinario de creencia, que incluye ambos aspectos, es inconsistente y debe ser reemplazado por un concepto distinto. Es difícil ver sin embargo, cómo esa separación puede dar cuenta de la especificidad que caracteriza la eficacia causal de la creencia. Las creencias causan nuestra conducta en la medida en que las consideramos como representaciones verdaderas de cómo son las cosas y por tanto en la media en que les atribuimos capacidad semántica. En la concepción puramente internalista del contenido la capacidad representativa de las creencias se convierte en un dato bruto, carente de explicación. Es imposible distinguir la objeción que estamos examinando de una consideración plenamente correcta con la que podría confundirse. Oscar1 y oscar2 (como el resto de nosotros) actúan según creen que son las cosas, sean estas así o no. Una creencia falsa causa una conducta tan eficazmente como una verdadera, siempre que el sujeto la tenga por verdadera. Si oscar2 cree (falsamente) que tiene ante sí agua y tiene sed, beberá. Un contenido externalista es perfectamente compatible, pues, con la consideración de que actuamos según creemos que son las cosas, sean estas así o no.

(194) Internalistas y externalistas deben considerar la consideración anterior. A partir de aquí el internalista puede construir una objeción del siguiente modo: tanto oscar1 como oscar 2 actúan según creen que son las cosas, sean estas así o no: ahora bien, uno y otro forman estas creencias sobre la base de cómo les parece que son las cosas; en sus respectivos entornos, a ambos les parece que las cosas son del mismo modo; por tanto, las creencia que formarán serán también las mismas: la naturaleza real de su entorno es irrelevante para las creencias que poseen; las creencias (distintas) atribuidas sobre una base externalista no son psicológicamente reales y por ello no son causalmente relevantes. La cuestión es si la apelación a las apariencias ha de forzarnos a retroceder al internalismo. La concepción internalista de la apariencia ha de hacer de la referencia a las cosas un rasgo prescindible de la apariencia. SI su argumento ha de funcionar, la apariencia ha de ser un estado interno, especificable sin referencia alguna al entorno externo. Pero es dudoso que esto pueda hacerse. La apariencia que una cosa presenta a un sujeto es una propiedad de la misma cosa. Si me parece que un perro es un lobo, es el perro el que me parece ser tal. La apariencia de lobo es una propiedad del perro. Esta dependencia del modo como las cosas le parecen ser a un sujeto con respecto a las cosas que le parecen ser de ese modo hace que la especificación de la apariencia no pueda llevarse a cabo sin referencia a la naturaleza real de las cosas. Tanto oscar1 como oscar2 han de especificar cómo les parece que son las cosas sobre la base de cómo son las cosas. No necesitan, sin embargo, saber cómo son realmente. (195) El internalismo insiste sin embargo en que si oscar1 y oscar2 no comparten las mismas creencias, resulta inexplicable que desarrollen la misma conducta. Una primera respuesta consistiría en poner en cuestión precisamente que desarrollen la misma conducta. Así para responder a estas objeciones y probar que el contenido externalista no es causalmente inerte, hemos de mostrar dos cosas: 1) que el externalismo pueda dar cuenta de las semejanzas relevantes entre las conductas de ambos sujetos a pesar de la diferencia entre sus creencias y 2) que la diferencia que el entorno externo introduce en sus creencias tiene como efecto, de acuerdo con un criterio inter-contextual, alguna diferencia entre las conductas (reales o potenciales) de ambos sujetos.

(196) No hay problema alguno en que creencias distintas, en las condiciones indicadas, causen conductas similares. A fin de cuentas, las creencias de ambos sujetos tienen varios componentes en común. Al tener sus respectivas creencias, ambos sujetos comparten ciertos componentes doxáticos que incluyen predicados comunes y un modo demostrativo de referencia al objeto. El internalista puede aceptar que las condiciones de verdad de una y otra creencia son distintas, pero insistirá en que, desde el punto de vista de sus poderes causales, evaluados de forman inter-contextual, ambas creencias tienen el mismo contenido (son la misma creencia). Tanto oscar1 como oscar2 beben (intencionalmente) del vaso que cada uno tiene ante sí. Ahora bien, mientras que oscar1 bebe agua intencionalmente (bajo esa descripción), oscar2 no lo hace, pues su intención y su deseo es beber agua. Oscar2 bebe agua porque cree, equivocadamente, que es el mismo tipo de líquido que él llamaba agua en la tierra gemela, es decir, porque cree que es gagua. Por tanto, la diferencia entre las creencias de ambos sujetos, determinada por el entorno, conlleva una diferencia en la conducta intencional de ambos, de acuerdo con un criterio inter-contextual. El internalista sostenía que las creencias de oscar1 y oscar2 tenían los mismos poderes causales de acuerdo con un criterio inter-contextual. Sin embargo, vemos ahora (197) que la expresión "poderes causales" esconde una ambigüedad. Que las creencias de nuestros sujetos tienen los mismos poderes causales pude significar que una y otra creencia dan lugar a conductas iguales desde el punto de vista que deja sin decidir su carácter intencional. Y puede significar que dan lugar a conductas intencionales iguales. Ahora bien, si lo primero podría ser verdad (en el ejemplo anterior, oscar1 y oscar2 beben agua, por ejemplo) lo segundo es falso. Solo la conducta del beber agua de oscar1 es intencional bajo esa descripción. Sus intenciones son distintas y ello determina la diferencia en su conducta intencional. Es la intención de nuestros sujetos de que el significado de sus palabras venga determinado por la naturaleza del mundo lo que introduce una diferencia entre ellos y entre sus respectivas conductas intencionales. No existe aquí el misterio que el internalista trata de imputar al externalismo.

[6. Hacia un balance]

(198) Con respecto a la autoridad de la primera persona hemos visto también que el externalismo puede hacer justicia a la intuición de que los estados mentales que explican la conducta han de ser internos al sujeto que desarrolla esa conducta. Las intenciones semánticas respectivas de oscar1 y oscar2 son estados internos de uno y otro sujeto y dan cuenta de ciertos aspectos de su conducta intencional. Siguiendo una penetrante indicación de Davidson podemos decir que, la inclusión constitutiva del entorno en el contenido de un estado mental o de un componente de este no implica en modo alguno que el estado mental o el componente en cuestión no sean estados del propio sujeto.

(201) Este trabajo ha estado concebido en su mayor parte como una defensa del externalismo frente a los ataques y objeciones del internalismo. Tal vez no esté de más, para concluir, que el externalismo invierta su estrategia, pasando a la ofensiva y solicitando al internalismo una explicación de carácter público del significado y del hecho de la comunicación entre los seres humanos. Si el entorno externo no es constitutivo del contenido de nuestros estados mentales, presumimos que tal explicación ha de resultar una tarea harto ardua. [Davidson ha subrayado el papel del externalismo como condición necesaria de la comunicación y la interpretación inter-subjetiva -verdad y conocimiento: una teoría de la coherencia y Las condiciones del pensamiento, en Paidós, estudio introductorio 9-14]. Aunque siempre cabe recurrir al milagro y por qué no, a la armonía preestablecida.

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